Ahí que lo suelto

La tecnología lleva toda la semana vengándose por años y años (jr0ña que jr0ña) de insultos indebidos. Pero, espero que no me oiga, se lo tenía merecido. Después de todo tipo de problemas conseguí plotear (imprimir en cojotamaño) a eso de las 11 (la entrega era a las 9). Pero no hay nada como que las cosas ya no dependan de ti, para relajarse y volverse de lo más estoico, oiga. Después de pillar el bus para desplazarme a la Cámara de Arquitectos, que está en la otra punta de la ciudad, de chapotear 500 metros bajo una tormenta de agua nieve con una maqueta y una carpeta, las dos tamaño A1, una bolsa con maquetas, un tubo de planos y una cartera, a nadie le importó que llegara tarde. La profesora prefería no mirarme a los ojos. Creo que leyó los mails desesperados que le mandé el último día, en estado catatónico por la falta de sueño y prefirió evitar que le preguntara por ellos. Desempaqueté todo y después de horas de crítica a mis compañeros, de comer allí, merendar allí... llegó mi turno. He de decir que a pesar de la mierda de presentación que llevé, a los arquitectos invitados les emocionó y me puse muy contento. No hay nada mejor que cuando a alguien se emociona y empieza a proyectar también, pensando cómo mejoraría, etc. Discutieron incluso entre ellos mientras les miraba bizco (no me enteraba de nada). El único que no parecía convencido era el catedrático. Todo a raíz de unas fotos de la maqueta, lo que más me gustaba. Le pareció que la capilla era "demasiado grande". Por suerte se levantó y vio el hombrecillo a escala dentro de los planos y se dio cuenta de que grande precisamente, no era.
La entrega se hará el martes y aunque debería mejorar la presentación, este fin de semana no pienso hacer nada. Me voy al pueblo tailandés a comprar unos pantalones para la nieve y el domingo ¡a esquiar!
Seguiremos informando.