6.5.04

Apto vs. Inepto

He ido a examinarme del práctico con el chico que suspendió conmigo la semana pasada y otro que no hacía más que preguntar y poner nervioso (aparte de haber recibido solamente 17 clases, el muy *). Al llegar, más de media hora en ese sitio tan acogedor que es el centro de exámenes de Móstoles, esperando a que llegara el examinador y escuchando a mi profe y a otro haciendo gracias de taxista. El chiste estrella ha sido el del "metro de encaje negro", un sintético ejemplo de todos los objetivos a los que suelen dedicar su particular humor. Patético. Arrancan los otros, que se examinaron los primeros; esta vez no iba a cometer el mismo fallo de nuevo. Vuelven, voy al baño corriendo, no aparecen. Más espera. Vienen. Procuro no mirarles a la cara. Me desean suerte, subo al coche. Lo típico, firmas, ya puede usted comenzar la marcha y bla bla bla. El maldito embrague me la juega sucio en un carril de aceleración, no entra la marcha. Prosigo. Me equivoco de dirección. Carril de deceleración. La gilipollas de atrás (ahora no me contengo, porque se lo tenía merecido) hablando por el móvil mientras yo reduzco. Todo bastante bien. "Cambie de sentido de la marcha": cojo la rotonda demasiado por el centro, no estoy en vía urbana. Vale. Sigo. No cometo el fallo de "la primera en la que usted pueda, a la izquierda". Paso de cebra. ¿De dónde han salido esos dos? me he quedado a la mitad del paso ellos apenas han salido de la acera. "Los examinadores no somos tan ogros, no hubiera pasado nada si usted no hubiera frenado aquí". Rotonda. Salgo. Entra la 4ª en lugar de la 2ª."¿Qué la pasa a usted hoy con las marchas?". Puta caja. Centro de exámenes. No piso ninguna continua. Circuito. "Pare usted a la izquierda". ¿No estaciono?. Salgo del coche. Ahí están los dos. A uno le tuvo que tocar el volante el profesor en el último momento. Espera. "Vosotros dos estáis aprobados, tú suspenso". Los aprobados éramos el * de las 17 clases y yo. Estupefacción. Aviso a mi tía. Contesta. "Enhorabuena, lo hemos pasado muy bien en Londres, es que los que somos de provincias alucinamos".