P o r q u é e s e nudo e n e l e s t ó m a g o a l p r o y e c t a r
"Cuando tengo entrega me parece que nunca tengo tiempo y que mi proyecto no está bien y me entra el nudo y no como no duermo y me agobio" Dominicq
Este personaje de sexo incierto, encarnado en un cuerpo de mujer a través de una bocanada de humo, representa (al menos) el 50% de los estudiantes de Arquit3ctura. Aquéllos que entraron en la Escuela con igual, peor o mejor nota que el otro 50%.
Para los que el pr0yectar no es un trabajo duro, sino casi un trauma. Póngame a investigar sobre la construcción romana en los primeros siglos del Imperio, o sobre la cultura del j4rdín en la antigua Babilonia. Calcule yo todas y cada una de las cargas a las que está sometida una estructura existente o mida el volumen de tierras movidas en un terreno.
Pero mándeme pr0yectar la casa de mis sueños (aún peor que la de los sueños de otro) y colapso.
Después de una fructífera conversación hemos llegado a dos posibles causas:
a) La falta de autocrítica. A lo cual Dominicq ha hecho una enmienda a la totalidad y hemos alcanzado el consenso en "falta de autocrítica constructiva". La incapacidad de abstraerse lo suficiente de la propia creación como para ver dónde están claramente los fallos.
b) La falta de un objetivo claro en el proyecto y/o la falta de decisión en la vida cotidiana. "Construye una residencia para 500 ancianos". ¿Es mejor que vean la calle o un patio con naranjos y una fuente? ¿Que vivan en pasillos largos o cortos? ¿O mejor en pequeñas casitas individuales? ¿Las zonas comunes en el medio, no? ¿Ahí no había puesto el patio? Entonces llega el trágico momento de la decisión en el que hay que sacrificar algo y uno no sabe si está sacrificando hasta su nota. El pr0yectar no es un proceso lineal y a menudo hay que volver atrás y deshacer lo andado, lo cual es muy traumático y explica los atracones de trabajo de última hora de los estudiantes del ramo ("¿pero no puedes llevarlo al día?"). ¡NO!
Para esta facción de estudiantes que no se equivocaron de escuela, sino que la escuela se equivocó en lo que tenía que esperar de ellos, hay quizá dos posibles soluciones:
a) Trabajar en equipo. Ser sometido a crítica constantemente por alguien de confianza. Cuanto antes mejor, no sea que llegue demasiado tarde. Lejos de ser traumático es bastante reconfortante. De hecho, cuando se comparte espacio de trabajo, es más fácil que uno mismo se ponga del lugar del que critica sin que éste abra la boca.
b) Marcarse pequeños objetivos diarios, o incluso microobjetivos de 10 minutos. En los que empezar a proponer algo, sin ataduras, sin rumbo fijo. Algo que rellene el papel en blanco; algo que criticar, comparar con lo que hay, romper, tirar o mandar como postal a un amigo para felicitar la navidad. Trabajando es cuando llega la inspiración productiva. Y pararse a pensar qué es lo que uno quiere o prefiere, escribirlo con letras grandes y pegarlo al borde de la pantalla del ordenador. Para que quede bien grabado mientras se pierde el tiempo en el Messenger...

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