(De)Volviendo
He estado con el ánimo bajo. Se hace de noche a las 16:30 y eso se nota. Creo que paso demasiado tiempo conmigo mismo y he estado a punto de caer en una depresión, yo creo que a causa del estrés de los últimos meses, que cuando se manifiesta lo hace en pleno invierno, lejos de casa y bastante tiempo después...
Por suerte parece que aún me acuerdo de los primeros capítulos de La conquista de la felicidad de Bertrand Russell. De los últimos no porque nunca me lo llegué a acabar...
Y por eso me he puesto activamente a salir de mí y de mi ombligo. Procuro disfrutar con el buen hacer de mi trabajo, distraerme todos los días un rato, no tener la sensación de estar perdiendo el tiempo, ver cosas, charlar con amigos. Y, claro está, escribir en el blog, que es una buena terapia. De alguna manera había que retomar la costumbre y con esto empiezo.
Han sido unas semanas raras. Por un lado llenas de cosas interesantes, de trabajos exitosos, alguna excursión y buenas experiencias. Y por otro esa sensación de agobio y extrañas obsesiones que emborronaban todo.
Pero yendo a los hechos concretos, que a fin de cuentas es lo que hay, creo que han sido unas semanas positivas. Efectivamente el polaco, llamémosle Florent, tenía un piercing. Y efectivamente mi detector de entendedores funciona bien. Fue un cúmulo de casualidades lo que me llevó a saberlo, que ahora no viene al caso contar. Aparte de eso, ya no hay la magia del principio. Las conversaciones ya sólo son casi sobre cosas académicas. Además tiene un novio desde hace casi tres años. Y meterse en medio de una relación cuando el interés es bajo, no es rentable para nadie (dicho en términos bancarios).
Conocí a un chico por Internet (Klaus) que parece que coincide bastante conmigo y con el que me he entendido con bastante facilidad desde el principio (aquí no hay que pensar ni bíblicamente ni nada, es en el sentido más casto de la palabra). El fin de semana fui a su casa. Vive con su ex, que además también estudia lo que yo y cenamos, los tres en armoniosa compañía, la primera tortilla de patata realizada enteramente por mí. Muy rica y con un toque crujiente en el exterior. Y así quedó la cosa. Creo que la buena impresión personal fue mutua (qué aséptico ha quedado esto) y desde entonces tonteamos un poco, pero sólo un poquito y por el Messenger, haciendo que todo vaya muy lento, para tener tiempo de darle más vueltas a la cabeza y pensar sobre mi felicidad y sobre lo que quiero.
Los días ya van a mejor, se acaba la temporada de trabajos más duros, se acercan viajes... lo que venga, vendrá o como diria Doris Day: "guoreva güil bi, güil bi". Auf Wiederposten.