28.1.06

Quién sabe dónde

El otro día Johnny me llamó.
Me dijo que si quedábamos, que hacía mucho tiempo que no me veía.
Le dije que estaba en Dr3sde, la única ciudad con número, que viniera a verme si quería. Que por suerte tenía una cama estrecha.
Dijo que se lo pensaría, que después de los últimos rodajes necesitaba desconectar un poco y que en un sitio como éste no le perseguiría la prensa. Le conté la temperatura que hacía fuera, que en el Elba los bloques de hielo son como icebergs.
Dijo que con mi cama estrecha y el edredón extrawarm no sería para tanto. Que sería como aquella noche en aquella playa del Cantábrico. Con las olas mojando los pies y la brisa fría por la espalda.

Me despierto empapado en sudor. Me he vuelto a dejar encendida la calefacción.

25.1.06

Amén


El domingo estuve en la iglesia de Nuestra Señora, la que aquí llaman Fragüenquirshe. Si por algo ha salido en la tele esta ciudad últimamente ha sido porque aquí se votó más tarde que en resto de Alem4nia debido a la muerte de la candidata del partido nazi y por la reconstrucción de la iglesia principal. Es famosa porque se mantuvo en ruinas durante todo el régimen comunista y fue junto a ella donde se celebraron las primeras manifestaciones en favor de una apertura y por eso tiene tanto poder simbólico.

Dr3sde tiene ese punto que me gusta a mí tanto, el de las ciudades que fueron y dejaron de ser. Caminas por las antiguas calles. Los edificios ya no están alineados a las aceras, ahora los bloques campan a sus anchas entre espacios verdes (un urbanismo ya abandonado). No son bloques feos la mayoría. Tienen poca altura y están pintados ahora. Además aquí lo que no se cultiva es verde también. Me gusta caminar imaginando cómo sería lo que había allí antes, la gente, los parques...Pero es cierto que en todos esos barrios la vida en la calle es nula. No ocurre así en N3ustadt, que es el barrio alternativo y de estudiantes. Justo donde yo no estoy. Pero en fin, es lo que tiene estar en el centro de todo, cuando el centro es un cráter.
En Altst4dt, la ciudad antigua, es donde está la iglesia en cuestión. Se inauguró en Noviembre, pero hasta ahora no había entrado. Fui con mi compi de M4drid y estábamos decididos a entrar a pesar de no ser hora de visitas, así que nos tragamos una misa. Después de haber visto Lutero esperaba un rito mucho más sincero. Lo que más me llamó la atención es que no se daban la Paz ni comulgaban, un rito con bastante significado en el cristianismo. Apenas había movimiento, la mayor parte del tiempo permancen sentados, excepto algunos momentos como cuando rezan el Padrenuestro o el Credo. No me enteré de qué decían en la parte correspondiente a "la Santa Iglesia Católica", donde yo de joven siempre me callaba. Sin embargo los asuntos anecdóticos seguían ahí. Como el que apenas nada más entrar un hombre me pidiera que, como hombre, me descubriera la cabeza en el templo de Dios. En otros casos no me hubiera fastidiado, pues uno cuando entra a una propiedad privada tiene que atenerse a una etiqueta, pero:

- Me lo dijo con la mejor educación que saben desarrollar aquí, es decir diciendo "por favor" y "gracias" con la mayor sequedad y cara de perro posible.
- Llegaba de fuera con -15º, la puerta seguía abierta y las señoras sí podían llevar gorro (igualdad según para qué).
- Esa iglesia la han pagado todos los habitantes de esta ciudad, no sólo los suscriptores.

Además, a la salida se pasa el cepillo. Porque ha costado mucho dinero semejante derroche de lujos y dorados, de estucos imitando mármol. A estas alturas de la vida (y por muy histórica que sea la reconstrucción) siguen haciéndose estos acabados. A nadie se le ocurriría pintar el Partenón. ¿Por qué atentar de esta manera contra el buen gusto?

Una decepción de Iglesia (con mayúscula).

En fin, estoy un poco agobiado de entregas y esas cosas y fluyo un poco mal. Seguiremos informando.

14.1.06

Calle, calle

Treinta. Esto es un mea culpa. Yo, con 12 años, mandé aquella carta con aquel dibujo ingenuo al Ayuntamiento. Había un carril bici, una alfombra verde, un río recuperado y hasta un paseo de esculturas. La carretera iba soterrada, sí. Al Sr. Manzano parece que no le acabó de convencer. ¿Quién encontraría aquella carta tantos años después?
Y sobre todo ¿por qué?

11.1.06

Calentando motores

Las buenas costumbres se pierden rápido. Así que como este año me he propuesto ser una persona nueva, organizada, ordenada y con la cabeza bien amuebladita, tengo que cambiar mi relación con internet. De momento el Messenger debe desaparecer. Mi relación con lo virtual debe reducirse al blog (y de verdad, que lo de las últimas semanas es imperdonable)

En el capítulo anterior se había desatado una tormenta de nieve de aquí te espero. Pues bueno, nosotros no esperamos, nos fuimos a la frontera con Chequia a un pueblo repoblado de tailandeses que se dedican exclusivamente a acosarte y tratar de venderte imitaciones de ropa de marca. No más cristal de Bohemia. Y yo que no soy muy fetichista de las marcas no me llevé nada, porque era todo feo. Me quedo con la imagen llena de copos de una cabaña con tailandeses. La versión mileniarista (¿mineralista?) del portal de Belén.

Luego rápidamente vuelta a casa. Navidades de mimos, comer, viajar al lejano Norte, regalos, salidas, amigos... en fin, que daban ganas de quedarse. La estancia en Teutonia era como un paréntesis extraño que apenas conseguía recordar. La Nochevieja la pasé en compañía de gente muy importante. De invitada de honor estaba una transamiga (amiga de amiga), de China, que nos reveló los secretos de las tiendas de importación chinas (respuestas a preguntas tipo "y eso reseco ¿qué es?). También conocí a Hipona, que ni muerde ni se parece a Lord Cromwell. Una persona con la que se puede hablar de todo y con la que estuve a gusto desde el primer momento.

La vuelta me dio más pena que la primera vez, pero por otro lado tenía muchas ganas de venir y de retomarlo todo. Ahora está aquí mi habitación, mis libros, mi ropa y tengo amigos, así que no ha supuesto ningún trauma. Como guinda, hace frío pero brilla el sol y no hay ni una sola nube y parece todo una anuncio de compresas.

De nuevo la cita de los martes en el club de Erasmus. Me parecía que todo el mundo venía más guapo, o sería yo que venía más predispuesto. El caso es que un tocayo mío polaco, llamémosle Baobazky, con el que no hablaba desde que comenzó el curso, pues oye, como que lo vi también muy guapo detrás de esos ojos azules. Vamos, que he recuperado el ánimo, la libido y la alergia a esta puta moqueta...